
El cierre del partido es la fiel expresión de lo que significó esta experiencia para Almeyda: cuando la pelota circulaba en el campo de Godoy Cruz, el Pelado se masajeaba el hombro izquierdo, ya que promediando el segundo tiempo tuvo que ser infiltrado por, Luis Seveso, médico de River, para que soportara el dolor. Esa fue la única diferencia con el Brown campeón del mundo: el Tata, justamente con el 5 en la espalda, como el Pelado, hoy con la 25, a lo largo de su carrera, terminó aquel partido con Alemania, en el que había abierto el marcador, con una luxación en un hombro, pero era en el derecho. Obviamente, todavía no hay diagnóstico para Almeyda, pero hoy mismo será sometido a estudios para aclarar el panorama.
Para colmo, se lastimó cuando ya se había retrasado a la cueva, lugar que conoce porque ya jugó allí en este Apertura, ante Huracán y frente a Argentinos, como líbero en este caso. Ya en esa posición, una jugada en la que el roce del juego lo llevó a chocar con Higuaín terminó dejándolo por el piso, con el golpe que le ocasionó el dolor en el hombro. Pero, qué va, quién le va a decir a Almeyda que salga. Siempre quiere estar. En el medio o en el fondo. Sano o con dolor. Imaginalo en una final, como al Tata...
Fuente: Diario Olé
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