En el primer partido llovieron los goles. Fueron cuatro de un equipo con mayoría de suplentes contra la Quinta. En el segundo partido del día, no hubo tantos gritos pero con uno solo bastó. Porque lo hizo Matías Almeyda, quien no está acostumbrado a codearse con la red, pero encima lo hizo de una manera exquisita. Porque el Pelado tomó la pelota en el borde izquierdo del área izquierda y no dudó. Abrió el pie derecho y le dio con mucha rosca al palo más lejano del juvenil Rodríguez, que nada pudo hacer. Un verdadero golazo que hizo que, como un acto reflejo, todos los presentes dentro del campo y en las tribunas aplaudieran instantaneamente.
En el trote de vuelta, seguramente paladeando ese gustito dulce en la boca, recordando algun festejo oficial lejano, el Pelado se cruzó con JJ y el técnico debió extenderle la mano, no pudo contenerse.
Ya había estado cerca de hacer un gran gol ante Boca, en Mar del Plata, cuando desde la mitad de la cancha buscó sorprender a un García adelanteado, pero el arquero llegó a reaccionar a tiempo y la sacó en la línea. Este domingo en Victoria, ¿podrá sacarse las ganas?
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