El Pelado Almeyda a solas con Olé: asegura que su equipo "vale muchísimo más" que el de JJ, admite que aconsejó a los jugadores que consulten a un psicólogo y anuncia que si ascienden lo va a festejar como loco. Y con la piel de gallina, es un hincha más: "Se terminó el mito de la mitad más uno".
"River empezó a ser el de antes”, resalta Matías Jesús Almeyda, y se saca la capucha del buzo para firmar un nuevo autógrafo a una empleada del club que suspira al regalarle una foto. “Empezó a ser el de antes porque hay un proyecto, se intenta jugar como se jugaba siempre y otra vez el capital son los pibes del club”.
Otros pibes, los que vienen de entrenarse en el baby, pasan, se frenan y se asoman a la antesala que da a la puerta maratón. Los enanos, en puntitas de pie, repiten el procedimiento de los adolescentes que recién terminan de cursar la carrera de periodismo deportivo y de las curiosas cincuentonas que lograron sortear la implacable seguridad aunque los lunes el club esté cerrado.
Al verlo con una estética similar a la que usted aprecia en la página de al lado, todos, chicos y no tan chicas, arquean las cejas y fruncen la nariz. No entienden, pero al menos esta vez lo reconocen. Y vuelven a mirarlo para confirmar que es él, celular en mano, bolsita de nylon con una carta que le entregaron en otra. El encapuchado que ahora se pone la camiseta con la banda roja es el mismo entrenador que, camuflado, se entremezcló en medio del hormigueo del Monumental unas horas antes de la final con Instituto para sentir lo que sienten quienes ahora lo miran a él. Porque aunque sea curioso y paradójico, es así: los hinchas quisieran ser Almeyda, y Almeyda, a veces, quisiera ser un hincha. Sólo eso.
Antes de irse a su casa a cenar con sus tres hijas y su mujer, Luciana García Pena, y a relajarse un ratito mirando National Geographic o History Channel y no Graduados o Lobo, por ejemplo, “porque la televisión está en retroceso”, el Pelado preferiría taparse el rostro una vez más, porque ya sabe con qué va a encontrarse. “El que me levanta la barrera en mi barrio es de Boca y siempre me carga. Entonces, un día pasé y le dije: ‘La próxima vez que vos estés delante de mi auto, te voy a pisar. Y te lo digo en serio: te voy a chocar’. Y él sonrió, pero yo lo voy a chocar de verdad, eh. A mí no me gusta que me carguen porque yo no cargo a nadie. A nadie. Y aunque parezca que soy recontracalentón, la verdad me enojo poco”.
-Evidentemente no te cargó más, porque no saliste en los diarios por haberlo pisado.
-No, no. Ahora me saluda bien. Yo le respondo: ‘Buen día, buenas tardes’ y ya está. Cada uno tiene que tener su lugar, pero a veces no pasa. El otro día, por ejemplo, fui a ver una exposición de barcos y salió una señora grande y me dijo ‘a ver si te vas al entrenamiento y ganamos el sábado en lugar de mirar barcos’. Y yo le contesté: ‘señora, haga lo suyo, que yo también tengo mi vida’. Porque también puedo salir a ver algo o puedo ir a comer, ¿o no? Por eso, ven, no salgo mucho.
-Estás obligado a vivir en una burbuja.
-Este año, sí. Este año, sí. Por eso me aíslo, o me voy al río, o al campo, o voy al cine a la función de las 12 de la noche aunque lo hice pocas veces porque a mi señora le gusta pero yo quedo cansado de verdad, o me camuflo como hice el otro día antes del partido con Instituto.
-¿Cómo se te ocurrió la idea de camuflarte entre la gente el sábado?
-Porque si salgo sin nada, me conocen y me tengo que detener a hablar, porque yo soy muy respetuodo de la gente. Y quiero vivir algunos momentos como los vive una persona común, sin que nadie te mire. De repente voy a pasear con mi señora y mis nenas, y no puedo estar. Y camuflado ya anduve por muchos lugares. A veces iba al supermercado a hacer las compras así. Porque no me bancaba que me dejaran pasar por ser conocido. No me lo bancaba.
-¿Por ser Almeyda no podés vivir como alguien “normal”?
-Sí. Por la exposición, no puedo.
-¿Y qué cosas de una persona común hace el técnico de River?
-Un montón. Corto el pasto en casa, juego a la pelota con mis amigos, ehhh, hago las compras... Pero bueno, llega un momento en que después me cansa todo esto de estar tan expuesto y entonces, le meto un freno. Hoy, siendo técnico, cada vez que salgo le tengo que dar explicaciones a alguno. Y no siempre me hacen las preguntas de buen modo. O está el que te grita ‘¡eh, gallina!’. Y a mí no me da lo mismo.
-¿Tuviste que plantarte ante alguien?
-No, salvo con el de la barrera de mi barrio que les contaba, por suerte no.
-¿Y si en el supermercado te tiran un paquete de yerba?
-Le tiro la góndola, je. Pero la mayoría de la gente es respetuosa.
-A propósito: ¿sabés a cuánto se fue el kilo? -No, ni idea. Lo que meto al changuito, lo meto. Por suerte hoy lo puedo hacer. Tuve un tiempo en que miraba y contaba, y hoy más que nada cuenta mi señora. Y antes de que me pregunten, en colectivo no viajé nunca más, y no quiero viajar tampoco. En tren viajé, en micro de larga distancia hace tres años, un día que me fui a Pinamar. Pero no quiero viajar más. Si viajé demasiado, y lo sufrí. Me bañé mucho tiempo con agua fría y hoy cuando el vestuario de River tiene agua fría, no me baño. Me dicen ‘qué, ¿te agrandaste?’. No, me cansé. Ahora tengo la posibilidad y quiero el agua caliente.
-¿Podés disfrutar de ser vos?
-Sí. Y estoy feliz de ser Almeyda, con todo lo que estoy viviendo. Y ojalá lo pueda coronar con mi deseo. Se lo pido a Dios que se pueda concretar. Porque ahí está la alegría de un montón de almas. Y el dolor tan grande que le ocasionaría a otros... Entonces pido por ellos (se ríe).
-Hablando de “ellos”: ¿aceptarías ser técnico de Boca?
-No, nunca. Nunca. Yo soy de River. Yo nací acá. Así como camino entre la gente antes de los partidos para sentir otras sensaciones, viví tres meses en un lugar como éste que compartíamos 30 jugadores. Muchos pensarán que lo digo para quedar bien, y no. Es porque lo siento: a River lo llevo en lo más profundo de mi corazón. Están mi familia y mis amigos, y después viene River.
-¿Seguis pensando que son la mitad más uno?
-Ahora somos más. River es impresionante. Se terminó el mito de que ellos son la mitad más uno, y está demostrado en cada provincia que vamos. Porque Boca sale también a las provincias, eh. Y hay algunas a las que ha ido y no llenó la cancha. Nosotros llenamos en todos lados. Yo siempre digo que si River sigue creciendo, al Monumental habrá que hacerle tres bandejas más. Y las llenará.
-Vos que te preocupás tanto por tu imagen, ¿no tenés miedo de que te consideren un vendehumo por esto?
-Si es verdad... El partido más visto del otro día fue el de River. Y si ven a las recaudaciones de los cuatro últimos campeonatos, el que más recaudó fue River. No creo que mientan tanto los números. Aunque pueda resultar demagógicoo, lo puedo decir porque lo caminé. Contra Instituto eran las ocho y media de la mañana y ya había gente acá.
-Bastante lío tenés en tu cabeza. ¿Realmente querés sumarte otro y jugar la final de la Copa Argentina contra Boca?
-El que quiere ser campeón tiene que jugar con todos. Pero primero que estemos ascendidos y ahí sí, después la jugamos...
-¿Te gustaría festejar el ascenso en el paraavalanchas?
-En cualquier lado lo festejaría. Sería el logro más lindo de mi vida deportiva. Por suerte puedo disfrutar de los partidos y también de los hinchas. Al final de mi carrera, mientras jugaba, pude mirar: pude ver a mi familia en la cancha, pude ver a la gente saltando, interpretar las canciones. Y de ir, iría arriba. Voy a confesar algo: de jugador nunca fui a una tribuna. Nunca. Porque no acepto los comentarios. Para pelearme con un hincha, prefería verlo por tele.
-¿Es verdad que si vuelven a Primera te vas a tatuar el escudo?
-Sí, me haría cualquier... No, cualquier cosa no porque se puede llegar a pensar mal. En realidad, alguna vez tuve pensado eso, pero ahora no hay tiempo para programar: hay que pensar en el domingo.
-¿Y cómo vas a hacer para que no se relajen después de la gran victoria contra Instituto?
-Este River lleva una gran ventaja respecto del que jugué yo: en aquel nos relajamos un montón de veces y nos fuimos a la B. Acá no hay tiempo para eso ni para creerse nada. Y los jugadores lo tienen asumido. Hay que jugar todos los partidos como contra Instituto. Con esa entrega, solidaridad, compromiso y convicción. El sábado jugaron un partido de hombres. Perfecto. Esa es la idea, pero no siempre sale.
-¿Un planteo como el del sábado levanta tu autoestima?
-No, levantaría mi autoestima si fuera egoísta y pensara en mí. Y yo pienso en River, como cuando me decidí por Ocampos o Ramiro Funes Mori. Lo hago porque creo que a River le viene bien. Hoy tiene un plantel que vale mucho dinero, muchísimo más que el River en el que jugaba yo. Y soy gran parte de esa apuesta económica. De hecho, hay un montón de clubes que quieren a Ocampos, Abecasis, los dos Funes Mori. River empezó a valer. Empezó a ser el de antes. Pero estamos en la B Nacional.
-¿Te duele cada vez que decís ‘estamos en la B Nacional’?
-No, porque lo estoy afrontando. Soy realista. Y nunca subestimé a nadie. Ese dolor que tienen muchos que dicen ‘estamos en la B Nacional’... Y sí, nos lo merecimos y acá estamos: afrontándolo y poniéndole el pecho. Escucho que algunos dicen que si salimos campeones, no tenemos que festejar. ¡¿Cómo no vamos a festejar?! El que no festeja es porque se cree más que el resto. Y eso en mi vida no existe.
-¿Cuánto envejeciste en estos diez meses?
-Muchos me han dicho: ‘te veo peor, avejentado’. Lo que pasa es que el cansancio mental es grande. Yo estoy todo el tiempo pensando. Y seguramente está reflejado en mi cara y en mi cuerpo.
-¿Te sentís agotado a esta altura?
-No. Me siento con una fuerza terrible.
-¿Un año como técnico de River a cuántos equivale en otro equipo?
-Este año de River son siete de otro técnico, je. Siete en uno estoy haciendo.
-¿Ya te sacó canas?
-No, me está sacando pelo, que es lo que más me molesta. No se me cae pero por las dudas lo estoy tratando todas las semanas. Y arrugas. Soy el único técnico que en todos los partidos tiene un plano de cerca. Nunca lo vi. Y me matan con las arrugas, eh. Lo mismo pasa con la parte técnica: me analizan más a mí que al equipo, y tendría que ser al revés.
-Ahora se dice que te recibiste de técnico.
-Y lo mismo dijeron cuando saqué a Cavenaghi y al Chori. Y fue algo normal. El jugador no tiene que entender las decisiones sino aceptarlas. Si no, esto pasaría a ser un colegio. Pero hay cada crítica...
-...
-Igual que con los goles: tendríamos que meter 100 para que todos estén contentos. Pero es imposible ser como el Real Madrid. Estamos en la B Nacional. ¡En la B Nacional! Y todos se tienen que dar cuenta y ser conscientes de dónde estamos.
-Cansado, con más arrugas y menos pelos, igual te las arreglás para jugar al fútbol con amigos.
-Sí, Tenemos un equipo con Chamot, Roa, el kinesiólogo Marcos Loyarte, Amato y su hijo, el Beto Acosta y el suyo.... Y jugamos un torneo de 11 en Nordelta. Somos España nosotros. Pero como es abierto, hay pibes jóvenes que van muy rápido.
-¿Y de qué jugás?
-Ahora juego libre. Ya me cansé de correr...
-¿Sos como el Chori, digamos?
-Y, no llego a tanto.
-¿El Maestrico González al menos?
-No, no. Estoy lejísimo. Me canso rápido ahora. Desde que arranqué como técnico no me entrené más. Y fumo. Y duermo menos.
-¿Cuántos fasos te fumás por día?
-Y, la verdad, los días de partido fumo bastante. En la semana fumaré cuatro, cinco, siete por día. Pero ojalá pueda dejar...
-¿A tu psicóloga le decís que el 80% del ascenso va a ser suyo?
-No, si el que se sienta y viene acá todos los días soy yo.
-¿No vas a compartir el premio con ella?
-No. Con ella hablo de mis problemas personales. Yo también tengo otra vida: no es sólo fútbol lo mío.
-¿En el diván no analizás el tema de los celos de Cavenaghi con Trezeguet, por ejemplo?
-No, porque estoy muy tranquilo y confiado en cada decisión que tomo. La psicóloga influye en mi vida, pero hablo mucho con mi señora, también. En ella tengo una gran descarga. Analiza un montón y también escucha un montón de cosas.
-¿Qué te cuenta que le dicen los hinchas en la Belgrano baja?
-Que siempre tienen palabras de aliento para mí. Pero ya le dije: no quiero que mi viejo venga más a la cancha porque sé que es imposible que de las 60 mil personas me quieran todas. Y son 60 mil técnicos. Pero bue, mi señora viene con mis nenas y las esposas de los jugadores.
-¿A ella, como hincha, le gusta cómo juega el equipo?
-Sí.
-¿Y qué crítica te hace?
-Ninguna. No tiene permitido hacerme críticas.
-Nunca te dijo ni un ‘poné a Trezeguet’.
-No. Sabe que mi mente tiene que estar fría para decidir. Si tengo que escucharla a ella, a mi papá, a parte de la gente conocida, mi cabeza no estaría para nada fresca. Y las decisiones las tomo yo. Siempre.
-¿Por la presión que tienen, a los jugadores les recomendaste que consulten a una psicóloga?
-Yo les aconsejo que tengan un psicólogo personal. En el fútbol, donde pasás de la montaña al pozo ciego, es importante tener un análisis de afuera. Y ya se está tratando el tema de poner psicólogos en las Inferiores. Considero que dentro de un proyecto tendría que haber gente capacitada para hablar del grupo. Porque cuando los grupos están unidos, marcan la diferencia. El ejemplo de eso es el famoso vuelo de los gansos: los gansos hacen una demostración de lo que es el compañerismo cuando vuelan en forma de V. No hay líderes. Uno va primero, y cuando se cansa va a la parte de atrás y otro pasa adelante; cuando uno se cae, bajan tres a agarrarlo; nunca un compañero queda solo. El fútbol es lo mismo, y yo lo explico de esta manera. Si el grupo está unido de verdad, con sinceridad, sin egoísmos ni envidias, los equipos crecen. Porque en la cancha no es lo mismo: si te saludo mal, te voy a dar la pelota igual..
-¿Esa frase es para un twitter? ¿Para cuándo tu cuenta?
-Nunca. No los entiendo y me volvería loco. Con decirte que ya no quiero tener más teléfono. Creo que en una semana más no tengo más celular.
-¿Podría vivir sin celular el técnico de River?
-Sí, ¿cómo que no? Cuando debuté en Primera no había celular y estaba bárbaro. Hoy me llegan millones de mensajes al celular y no todos son positivos. Hay mucha gente que quiere que mi mente se desestabilice. Y yo los leo y me hace mal. Por eso no quiero tener más teléfono.
-¿Qué tipo de mensajes te perturban tanto?
-No son amenazas, pero sí provocaciones y otras cosas que no quiero escuchar. El que cree en mí, que crea. Y el que no, que no me escriba nada.
-¿Vas a las reuniones de padres del colegio?
-Cuando tengo tiempo, sí. Desde que arranqué a ser técnico va más mi señora, pero cuando puedo, estoy. Soy un padre presente. Y viste que los colegios católicos hacen eso de la catequesis familiar y está bueno, voy, me gusta.
-¿Te molesta que en ese ámbito algún padre te haga un comentario del descenso de River?
-No, a mis nenas sí las cargan los chicos. Pero a mí me conocen y lo que menos hablamos es de fútbol. Por eso voy. Ahí es donde siento que soy parte del resto de la jauría (se ríe).
-Tu nena te había dibujado como un león vencido. ¿Cómo creés que te dibujará en junio?
-Como el rey de la selva. El verdadero rey de la selva.
Fuente: Diario Olé
Otros pibes, los que vienen de entrenarse en el baby, pasan, se frenan y se asoman a la antesala que da a la puerta maratón. Los enanos, en puntitas de pie, repiten el procedimiento de los adolescentes que recién terminan de cursar la carrera de periodismo deportivo y de las curiosas cincuentonas que lograron sortear la implacable seguridad aunque los lunes el club esté cerrado.
Al verlo con una estética similar a la que usted aprecia en la página de al lado, todos, chicos y no tan chicas, arquean las cejas y fruncen la nariz. No entienden, pero al menos esta vez lo reconocen. Y vuelven a mirarlo para confirmar que es él, celular en mano, bolsita de nylon con una carta que le entregaron en otra. El encapuchado que ahora se pone la camiseta con la banda roja es el mismo entrenador que, camuflado, se entremezcló en medio del hormigueo del Monumental unas horas antes de la final con Instituto para sentir lo que sienten quienes ahora lo miran a él. Porque aunque sea curioso y paradójico, es así: los hinchas quisieran ser Almeyda, y Almeyda, a veces, quisiera ser un hincha. Sólo eso.
Antes de irse a su casa a cenar con sus tres hijas y su mujer, Luciana García Pena, y a relajarse un ratito mirando National Geographic o History Channel y no Graduados o Lobo, por ejemplo, “porque la televisión está en retroceso”, el Pelado preferiría taparse el rostro una vez más, porque ya sabe con qué va a encontrarse. “El que me levanta la barrera en mi barrio es de Boca y siempre me carga. Entonces, un día pasé y le dije: ‘La próxima vez que vos estés delante de mi auto, te voy a pisar. Y te lo digo en serio: te voy a chocar’. Y él sonrió, pero yo lo voy a chocar de verdad, eh. A mí no me gusta que me carguen porque yo no cargo a nadie. A nadie. Y aunque parezca que soy recontracalentón, la verdad me enojo poco”.
-Evidentemente no te cargó más, porque no saliste en los diarios por haberlo pisado.
-No, no. Ahora me saluda bien. Yo le respondo: ‘Buen día, buenas tardes’ y ya está. Cada uno tiene que tener su lugar, pero a veces no pasa. El otro día, por ejemplo, fui a ver una exposición de barcos y salió una señora grande y me dijo ‘a ver si te vas al entrenamiento y ganamos el sábado en lugar de mirar barcos’. Y yo le contesté: ‘señora, haga lo suyo, que yo también tengo mi vida’. Porque también puedo salir a ver algo o puedo ir a comer, ¿o no? Por eso, ven, no salgo mucho.
-Estás obligado a vivir en una burbuja.
-Este año, sí. Este año, sí. Por eso me aíslo, o me voy al río, o al campo, o voy al cine a la función de las 12 de la noche aunque lo hice pocas veces porque a mi señora le gusta pero yo quedo cansado de verdad, o me camuflo como hice el otro día antes del partido con Instituto.
-¿Cómo se te ocurrió la idea de camuflarte entre la gente el sábado?
-Porque si salgo sin nada, me conocen y me tengo que detener a hablar, porque yo soy muy respetuodo de la gente. Y quiero vivir algunos momentos como los vive una persona común, sin que nadie te mire. De repente voy a pasear con mi señora y mis nenas, y no puedo estar. Y camuflado ya anduve por muchos lugares. A veces iba al supermercado a hacer las compras así. Porque no me bancaba que me dejaran pasar por ser conocido. No me lo bancaba.
-¿Por ser Almeyda no podés vivir como alguien “normal”?
-Sí. Por la exposición, no puedo.
-¿Y qué cosas de una persona común hace el técnico de River?
-Un montón. Corto el pasto en casa, juego a la pelota con mis amigos, ehhh, hago las compras... Pero bueno, llega un momento en que después me cansa todo esto de estar tan expuesto y entonces, le meto un freno. Hoy, siendo técnico, cada vez que salgo le tengo que dar explicaciones a alguno. Y no siempre me hacen las preguntas de buen modo. O está el que te grita ‘¡eh, gallina!’. Y a mí no me da lo mismo.
-¿Tuviste que plantarte ante alguien?
-No, salvo con el de la barrera de mi barrio que les contaba, por suerte no.
-¿Y si en el supermercado te tiran un paquete de yerba?
-Le tiro la góndola, je. Pero la mayoría de la gente es respetuosa.
-A propósito: ¿sabés a cuánto se fue el kilo? -No, ni idea. Lo que meto al changuito, lo meto. Por suerte hoy lo puedo hacer. Tuve un tiempo en que miraba y contaba, y hoy más que nada cuenta mi señora. Y antes de que me pregunten, en colectivo no viajé nunca más, y no quiero viajar tampoco. En tren viajé, en micro de larga distancia hace tres años, un día que me fui a Pinamar. Pero no quiero viajar más. Si viajé demasiado, y lo sufrí. Me bañé mucho tiempo con agua fría y hoy cuando el vestuario de River tiene agua fría, no me baño. Me dicen ‘qué, ¿te agrandaste?’. No, me cansé. Ahora tengo la posibilidad y quiero el agua caliente.
-¿Podés disfrutar de ser vos?
-Sí. Y estoy feliz de ser Almeyda, con todo lo que estoy viviendo. Y ojalá lo pueda coronar con mi deseo. Se lo pido a Dios que se pueda concretar. Porque ahí está la alegría de un montón de almas. Y el dolor tan grande que le ocasionaría a otros... Entonces pido por ellos (se ríe).
-Hablando de “ellos”: ¿aceptarías ser técnico de Boca?
-No, nunca. Nunca. Yo soy de River. Yo nací acá. Así como camino entre la gente antes de los partidos para sentir otras sensaciones, viví tres meses en un lugar como éste que compartíamos 30 jugadores. Muchos pensarán que lo digo para quedar bien, y no. Es porque lo siento: a River lo llevo en lo más profundo de mi corazón. Están mi familia y mis amigos, y después viene River.
-¿Seguis pensando que son la mitad más uno?
-Ahora somos más. River es impresionante. Se terminó el mito de que ellos son la mitad más uno, y está demostrado en cada provincia que vamos. Porque Boca sale también a las provincias, eh. Y hay algunas a las que ha ido y no llenó la cancha. Nosotros llenamos en todos lados. Yo siempre digo que si River sigue creciendo, al Monumental habrá que hacerle tres bandejas más. Y las llenará.
-Vos que te preocupás tanto por tu imagen, ¿no tenés miedo de que te consideren un vendehumo por esto?
-Si es verdad... El partido más visto del otro día fue el de River. Y si ven a las recaudaciones de los cuatro últimos campeonatos, el que más recaudó fue River. No creo que mientan tanto los números. Aunque pueda resultar demagógicoo, lo puedo decir porque lo caminé. Contra Instituto eran las ocho y media de la mañana y ya había gente acá.
-Bastante lío tenés en tu cabeza. ¿Realmente querés sumarte otro y jugar la final de la Copa Argentina contra Boca?
-El que quiere ser campeón tiene que jugar con todos. Pero primero que estemos ascendidos y ahí sí, después la jugamos...
-¿Te gustaría festejar el ascenso en el paraavalanchas?
-En cualquier lado lo festejaría. Sería el logro más lindo de mi vida deportiva. Por suerte puedo disfrutar de los partidos y también de los hinchas. Al final de mi carrera, mientras jugaba, pude mirar: pude ver a mi familia en la cancha, pude ver a la gente saltando, interpretar las canciones. Y de ir, iría arriba. Voy a confesar algo: de jugador nunca fui a una tribuna. Nunca. Porque no acepto los comentarios. Para pelearme con un hincha, prefería verlo por tele.
-¿Es verdad que si vuelven a Primera te vas a tatuar el escudo?
-Sí, me haría cualquier... No, cualquier cosa no porque se puede llegar a pensar mal. En realidad, alguna vez tuve pensado eso, pero ahora no hay tiempo para programar: hay que pensar en el domingo.
-¿Y cómo vas a hacer para que no se relajen después de la gran victoria contra Instituto?
-Este River lleva una gran ventaja respecto del que jugué yo: en aquel nos relajamos un montón de veces y nos fuimos a la B. Acá no hay tiempo para eso ni para creerse nada. Y los jugadores lo tienen asumido. Hay que jugar todos los partidos como contra Instituto. Con esa entrega, solidaridad, compromiso y convicción. El sábado jugaron un partido de hombres. Perfecto. Esa es la idea, pero no siempre sale.
-¿Un planteo como el del sábado levanta tu autoestima?
-No, levantaría mi autoestima si fuera egoísta y pensara en mí. Y yo pienso en River, como cuando me decidí por Ocampos o Ramiro Funes Mori. Lo hago porque creo que a River le viene bien. Hoy tiene un plantel que vale mucho dinero, muchísimo más que el River en el que jugaba yo. Y soy gran parte de esa apuesta económica. De hecho, hay un montón de clubes que quieren a Ocampos, Abecasis, los dos Funes Mori. River empezó a valer. Empezó a ser el de antes. Pero estamos en la B Nacional.
-¿Te duele cada vez que decís ‘estamos en la B Nacional’?
-No, porque lo estoy afrontando. Soy realista. Y nunca subestimé a nadie. Ese dolor que tienen muchos que dicen ‘estamos en la B Nacional’... Y sí, nos lo merecimos y acá estamos: afrontándolo y poniéndole el pecho. Escucho que algunos dicen que si salimos campeones, no tenemos que festejar. ¡¿Cómo no vamos a festejar?! El que no festeja es porque se cree más que el resto. Y eso en mi vida no existe.
-¿Cuánto envejeciste en estos diez meses?
-Muchos me han dicho: ‘te veo peor, avejentado’. Lo que pasa es que el cansancio mental es grande. Yo estoy todo el tiempo pensando. Y seguramente está reflejado en mi cara y en mi cuerpo.
-¿Te sentís agotado a esta altura?
-No. Me siento con una fuerza terrible.
-¿Un año como técnico de River a cuántos equivale en otro equipo?
-Este año de River son siete de otro técnico, je. Siete en uno estoy haciendo.
-¿Ya te sacó canas?
-No, me está sacando pelo, que es lo que más me molesta. No se me cae pero por las dudas lo estoy tratando todas las semanas. Y arrugas. Soy el único técnico que en todos los partidos tiene un plano de cerca. Nunca lo vi. Y me matan con las arrugas, eh. Lo mismo pasa con la parte técnica: me analizan más a mí que al equipo, y tendría que ser al revés.
-Ahora se dice que te recibiste de técnico.
-Y lo mismo dijeron cuando saqué a Cavenaghi y al Chori. Y fue algo normal. El jugador no tiene que entender las decisiones sino aceptarlas. Si no, esto pasaría a ser un colegio. Pero hay cada crítica...
-...
-Igual que con los goles: tendríamos que meter 100 para que todos estén contentos. Pero es imposible ser como el Real Madrid. Estamos en la B Nacional. ¡En la B Nacional! Y todos se tienen que dar cuenta y ser conscientes de dónde estamos.
-Cansado, con más arrugas y menos pelos, igual te las arreglás para jugar al fútbol con amigos.
-Sí, Tenemos un equipo con Chamot, Roa, el kinesiólogo Marcos Loyarte, Amato y su hijo, el Beto Acosta y el suyo.... Y jugamos un torneo de 11 en Nordelta. Somos España nosotros. Pero como es abierto, hay pibes jóvenes que van muy rápido.
-¿Y de qué jugás?
-Ahora juego libre. Ya me cansé de correr...
-¿Sos como el Chori, digamos?
-Y, no llego a tanto.
-¿El Maestrico González al menos?
-No, no. Estoy lejísimo. Me canso rápido ahora. Desde que arranqué como técnico no me entrené más. Y fumo. Y duermo menos.
-¿Cuántos fasos te fumás por día?
-Y, la verdad, los días de partido fumo bastante. En la semana fumaré cuatro, cinco, siete por día. Pero ojalá pueda dejar...
-¿A tu psicóloga le decís que el 80% del ascenso va a ser suyo?
-No, si el que se sienta y viene acá todos los días soy yo.
-¿No vas a compartir el premio con ella?
-No. Con ella hablo de mis problemas personales. Yo también tengo otra vida: no es sólo fútbol lo mío.
-¿En el diván no analizás el tema de los celos de Cavenaghi con Trezeguet, por ejemplo?
-No, porque estoy muy tranquilo y confiado en cada decisión que tomo. La psicóloga influye en mi vida, pero hablo mucho con mi señora, también. En ella tengo una gran descarga. Analiza un montón y también escucha un montón de cosas.
-¿Qué te cuenta que le dicen los hinchas en la Belgrano baja?
-Que siempre tienen palabras de aliento para mí. Pero ya le dije: no quiero que mi viejo venga más a la cancha porque sé que es imposible que de las 60 mil personas me quieran todas. Y son 60 mil técnicos. Pero bue, mi señora viene con mis nenas y las esposas de los jugadores.
-¿A ella, como hincha, le gusta cómo juega el equipo?
-Sí.
-¿Y qué crítica te hace?
-Ninguna. No tiene permitido hacerme críticas.
-Nunca te dijo ni un ‘poné a Trezeguet’.
-No. Sabe que mi mente tiene que estar fría para decidir. Si tengo que escucharla a ella, a mi papá, a parte de la gente conocida, mi cabeza no estaría para nada fresca. Y las decisiones las tomo yo. Siempre.
-¿Por la presión que tienen, a los jugadores les recomendaste que consulten a una psicóloga?
-Yo les aconsejo que tengan un psicólogo personal. En el fútbol, donde pasás de la montaña al pozo ciego, es importante tener un análisis de afuera. Y ya se está tratando el tema de poner psicólogos en las Inferiores. Considero que dentro de un proyecto tendría que haber gente capacitada para hablar del grupo. Porque cuando los grupos están unidos, marcan la diferencia. El ejemplo de eso es el famoso vuelo de los gansos: los gansos hacen una demostración de lo que es el compañerismo cuando vuelan en forma de V. No hay líderes. Uno va primero, y cuando se cansa va a la parte de atrás y otro pasa adelante; cuando uno se cae, bajan tres a agarrarlo; nunca un compañero queda solo. El fútbol es lo mismo, y yo lo explico de esta manera. Si el grupo está unido de verdad, con sinceridad, sin egoísmos ni envidias, los equipos crecen. Porque en la cancha no es lo mismo: si te saludo mal, te voy a dar la pelota igual..
-¿Esa frase es para un twitter? ¿Para cuándo tu cuenta?
-Nunca. No los entiendo y me volvería loco. Con decirte que ya no quiero tener más teléfono. Creo que en una semana más no tengo más celular.
-¿Podría vivir sin celular el técnico de River?
-Sí, ¿cómo que no? Cuando debuté en Primera no había celular y estaba bárbaro. Hoy me llegan millones de mensajes al celular y no todos son positivos. Hay mucha gente que quiere que mi mente se desestabilice. Y yo los leo y me hace mal. Por eso no quiero tener más teléfono.
-¿Qué tipo de mensajes te perturban tanto?
-No son amenazas, pero sí provocaciones y otras cosas que no quiero escuchar. El que cree en mí, que crea. Y el que no, que no me escriba nada.
-¿Vas a las reuniones de padres del colegio?
-Cuando tengo tiempo, sí. Desde que arranqué a ser técnico va más mi señora, pero cuando puedo, estoy. Soy un padre presente. Y viste que los colegios católicos hacen eso de la catequesis familiar y está bueno, voy, me gusta.
-¿Te molesta que en ese ámbito algún padre te haga un comentario del descenso de River?
-No, a mis nenas sí las cargan los chicos. Pero a mí me conocen y lo que menos hablamos es de fútbol. Por eso voy. Ahí es donde siento que soy parte del resto de la jauría (se ríe).
-Tu nena te había dibujado como un león vencido. ¿Cómo creés que te dibujará en junio?
-Como el rey de la selva. El verdadero rey de la selva.
Fuente: Diario Olé
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