El Pelado arriesgó y se le dio: sacó a Cavenaghi y al Chori estando 0-0 y River festejó. Se recibió de DT.
Ser entrenador no es repartir 11 camisetas titulares y sentarse en el banco. Es tomar decisiones acertadas con inteligencia y personalidad. Por eso anoche Matías Almeyda recibió el diploma de técnico en el Monumental. De la misma manera que metía en la cancha, el Pelado mostró huevos y fue al frente en el momento más delicado para River en la temporada. Apostó más fuerte que nunca, porque se jugó la cabeza al sacar al Chori Domínguez y Cavenaghi cuando el partido estaba 0-0. Si esa jugada le salía mal, su figura seguramente iba a perder fuerza frente a los dirigentes y también en el vestuario. Pero Almeyda metió un golazo y fue, junto con Trezeguet, el gran protagonista del triunfo de River.
La cara del técnico al costado de la cancha reflejaba cómo jugaba el equipo. Contra dos rivales del mismo color, Ferro y el maltratado césped del Monumental, a River le costaba dar dos pases seguidos y avanzar. Ocampos lo intenta por la izquierda a espaldas de Pereyra Díaz (delantero puesto de volante) y el tándem Abecasis-Carlos Sánchez mostraba la misma voluntad por la otra banda. Todos chocaban, trastabillaban. Esta vez el Chori se movió bien hacia los costados y encontró algunos espacios para encarar de frente a los defensores, aunque siempre fallaba en los metros finales. Sin juego asociado, Cavenaghi y Trezeguet esperaban en el área, pero todos sus compañeros erraban el camino: insistían con el toque corto por abajo en vez de aprovechar el poderío ofensivo de David para el cabezazo y el oportunismo del Torito. Si no se podía entrar con la pelota al piso, ¿por qué no probar por arriba teniendo una testa de elite como la del francés? La primera modificación de Almeyda fue tan ambiciosa como lógica, porque sacó a un defensor (Abecasis) y metió al picante Keko Villalva para que desborde por la derecha. En cambio, a los 27 minutos del segundo tiempo, el Pelado pateó el tablero y sacó a las dos estrellas hasta ayer intocables: afuera el Chori y Cavena- ghi; adentro Aguirre (pedido por los hinchas) y Gabriel Funes Mori. Esta decisión fue la mayor muestra de autoridad y convicción del técnico. Porque si bien el 9 y el 10 estaban para salir, en los cambios también hubo un mensaje para los dos referentes.
Con Aguirre al lado de Ponzio aunque siempre vertical, el Melli con más movilidad y juego aéreo que Cavenaghi y el Keko a pura velocidad por la banda, el equipo no ganó tanto en control de pelota pero sí en agresividad: jugó a otro ritmo, con más intensidad. Ah, casualidad o causalidad, Trezeguet se hizo dueño del área y fue la figura. Porque metió el penal y cerró con una obra maestra. Tan golazo como el de Almeyda...
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