Primer acto: Matías Almeyda pechea a Ferrari para superarlo en una carrera a toda velocidad sobre un médano.
Segundo acto: Matías Almeyda no deja que ninguno de los compañeros de su grupo lo pase en el trabajo aeróbico.
Tercer acto: Matías Almeyda se molesta con Olé porque leyó al pasar una información sobre “una práctica un poco más liviana”.
¿Cómo se llama la obra, que no tiene nada que ver con la cartelera marplatense de los Winograd y compañía? Al Pelado no le gana nadie... Nadie puede creer la manera en la que se viene entrenando. Los 37 años del documento no se condicen con lo que se observa en la empiria, ni con lo que advierte este amante de la filosofía samurai: “Puede ser mi última pretemporada, por eso la vivo así”. ¿Puede? En la arena, en el césped, sobre las cuestas o en la cancha de Kimberley, lo mismo da, Almeyda cumple con las exigencias como los peladitos (o rapaditos bautizados) que se acaban de sumar al plantel. Sus únicas prerrogativas, a veces, surgen cuando se le permite no realizar las dos pasadas finales de 400 metros. “Es un privilegiado en lo físico. Pero, encima, es un monstruo en lo mental. De esa manera logra lo que a su edad resulta difícil para todos”, lo elogia el profe Alejandro Frega. Aunque después de este dulce, lógico y real, ya le prepara el plan para la próxima práctica.
Resulta más común encontrar a un perro verde que a un futbolista que disfruta de una pretemporada. Almeyda no es ni perro ni verde. Pero que se apasiona por lo que realiza en esta etapa de acondicionamiento, no hay dudas. “Hacía 19 años que no corría en la arena, está pesada, eh”, se ríe el Pelado, como se ríe cuando se queda sin oxígeno o como se ríe cuando tira a sus compañeros al mar. “Además, algo que no todos valoran, siempre digo que estos momentos de concentración sirven para unir a los muchachos”. Y para mojarlos, también.
Quien dijo que “hay que pensar en pelear por algo, si no hay que sacarse esta camiseta”, encabeza el grupo tres en los ejercicios aeróbicos. Es el que les marca el paso al resto de sus compañeros. Una metáfora de lo que pretende Juan José López, sobre todo tras el affaire Ortega, fuera de la cancha. “Matías es un ejemplo de vida, es un ejemplo de deportista y es un ejemplo a seguir por todos”, repite el DT.
Y la vida de Almeyda, cuando los entrenamientos le dan respiro, transcurren en alguna mesa del lobby del Costa Galana o en la habitación que tiene, por nombre e historia, en exclusividad. Otra rutina del Pelado: salir a la vereda del hotel a sacarse fotos con los hinchas que lo adoran. Hoy es el más ídolo aunque no lo acepte o no se sienta en ese escalón. En ese tiempo libre posiblemente piense (o desee) en el final de esta etapa de sudores y contracturas. No debe ser fácil. ¿Podrá mantener la motivación en ese nivel? ¿Aguantará estar concentrado y lejos de su familia? ¿Soportará la abstinencia de terapia tras haber reconocido que necesita dos sesiones de psicoanálisis por semana? Las respuestas: tres veces sí. El Pelado sabe que el fútbol es hoy. En el futuro cercano ya no tendrá que correr, ni pasar por el gimnasio, ni hacer triples turnos por obligación. Lo espera el técnico, el que haga transpirar al resto. Hoy, mientras tanto, les quiere ganar a todos...
Fuente: Diario Olé
SOS UN GRANDE MATI!!!! TE QUIERO MUCHO Y TE ADMIRO AUN MAS PORQUE SE NOTA A LEGUAS QUE SOS UNA PERSONA EXTRAORDINARIA Y TENES UN CORAZON TAN GRANDE QUE NO TE CABE EN EL PECHO....
ResponderEliminarBESOS Y JUGA HASTA LOS 40!!!!
CARI