Almeyda no pudo jugar en este histórico descenso porque había sumado cinco amarillas en el partido de ida. Sufrió desde afuera, con el camperón negro de River. Gritó el gol y se ilusionó, detrás del banco de suplentes. Y se vio su cara de angustia en el empate de Farré, después del blooper de los defensores.
Símbolo de este River que tuvo una caída libre, que sumó su noveno partido seguido sin triunfos, Matías sufrió de afuera y lloró como todos en el vestuario. Esta vez no pudo jugar, no pudo morir de pie. ¿Habrá sido así su despedida del fútbol, como jugador? ¿Agarrará como técnico?Fuente: Diario Olé
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