17/11/10

"Juego cada partido como el último"

El capitán, médula del renacer de River, confirmó su vigencia, recordó a Cappa, pidió por Jota Jota y, con el final ahí, admitió: “Juego cada partido como el último”.

En medio de la tormenta por la salida de Cappa, alguien pensó en forzar el retiro del Matías Almeyda futbolista y darle paso al Pelado entrenador. Y no era una idea peregrina, porque Almeyda, a su manera, jugó como técnico de este River que pisoteó a Boca. Primero porque hizo el esfuerzo para ponerse a sí mismo en el superclásico. Y segundo porque aún con Cappa en el club y cuando se dudaba de la participación de un tal Burrito en el derby, él se puso la cinta y levantó la voz: “Contra Boca yo le daría prioridad a Ortega”. No se equivocó: Almeyda y Ortega fueron figuras y banderas de River.

Pero el Pelado técnico debe esperar, porque el Pelado futbolista tiene mucho más para dar. Sobre todo en este River, que se apoya en su corazón templario. Los números no mienten: con él, su equipo sumó 17 puntos; sin él, cuatro. Un líder contundente e insustituible, que ayer tuvo como socio a Walter Acevedo, con quien creó una suerte de remake de los Pacman de Astrada y Zapata.

Claro que toda la impronta guerrera (Jesús Méndez sintió el rigor presencial de Matías, entuerto por el que fue amonestado) a Almeyda se le desvanece cuando reflexiona; todavía con el corazón en llamas hizo brotar reflexiones de pasado y advertencias de futuro. “Este grupo y la gente necesitaban una alegría. Y es una alegría por lo que hizo Angel Cappa y lo que viene de Jota Jota.”, apostó. Sí: contundente, respaldó la continuidad de López: “Tantos cambios no son buenos, el Negro demostró su experiencia y el amor a la camiseta”.

Pasaron 52 días desde el desgarro de ocho milímetros en el bíceps femoral izquierdo y la distensión capsular en la parte posterior de la rodilla. Ya la enunciación era dura. Ayer jugó su primer partido desde aquél con Quilmes. Y “cansado pero con gusto”, según se definió, volvió a coquetear con la idea de haber visto su despedida del Súper, al menos en el Monumental. “Mi carrera está ahí, al borde, y juego cada partido como si fuera el último”.

Al principio, más activo, presionó en campo rival. En el final se refugió cerca de los centrales. Siempre táctico. Y aunque la ductilidad no es su fuerte (ayer probó algún pase de largo alcance y no funcionó, pero no falló en el quite y la cesión corta), también fue técnico. Técnico en la cancha.

Fuente: Diario Olé

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