21/9/09

Almeyda juntó las manos camino al vestuario y les ofreció disculpas a los hinchas

Perdón.

Fue más que un gesto. Las palmas de las manos unidas en posición de rezo. La mirada angustiada, seria, golpeada. Y los ojos brillosos clavados en una popular visitante frustrada, enojada, desencantada. Lo de Matías Almeyda fue más que una pose de dolor: fue un franco ofrecimiento de disculpas...

Perdón.

Al Pelado, el sueño de retornar al mundo del profesionalismo se le convirtió en una pesadilla. Pasó del goce a la insatisfacción. De la algarabía de volver a jugar en Primera 1754 días después de su retiro oficial, a la desilusión por la situación crítica de este devaluado River 2009. Ayer, apenas se consumó la derrota en Sarandí, Almeyda se apropió de unos insultos que no le correspondían. De una rabia que los hinchas alimentan desde bastante antes del regreso del mediocampista. Quizás una de las pocas piezas del plantel de Pipo que no están cuestionadas por la gente, se hizo cargo del caos mientras sus compañeros aceleraban el paso rumbo a la manga.

Perdón.

El Pelado, a tono con sus compañeros, no protagonizó un buen partido. Al contrario, tuvo su tarde más floja desde su reestreno. Con cuatro partidos disputados de los cinco del Apertura, apenas entró dos minutos contra Chacarita y completó los partidos contra Central (6 puntos de calificación Olé), Colón (otras 6 unidades), y Arsenal (3,5 de puntuación). Un dato negativo: se tomó tan en serio el pedido de fricción de Gorosito que ya sumó tres amarillas y a este ritmo, llegará a las cinco amonestaciones en breve...

Perdón.

Muy impreciso, sin espacios y preso del contexto, sufrió el partido. Desaprovechó su experiencia contagiado por el apuro del equipo y no hizo pie. Pidió perdón. Algo que debieron hacer sus compañeros.

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