No era un partido más para River y mucho menos para Néstor Gorosito. Porque el técnico, resistido por muchos y de postura firme hasta la semana pasada, dio un giro de 180° y decidió dejar de ser el entrenador millonario tras el clásico de esta tarde ante San Lorenzo. Y el fútbol, la justicia, la suerte o lo que sea, hicieron que esa despedida fuera con otra derrota de las que duelen. El equipo de Núñez ganaba 1-0, pero a poco del final y en apenas tres minutos, el Ciclón se lo dio vuelta y lo venció por 2-1.
La historia fue similar a la que River vivió una semana atrás en el propio Monumental, ante Gimnasia. Porque estuvo en ventaja sin hacer mucho más y no supo aguantarlo, replegándose más por errores propios que por virtudes del rival. Aquella vez, el Lobo le hizo dos goles y le empató un partido que parecía liquidado. Hoy, San Lorenzo se lo dio vuelta y le dio el último cachetazo a Pipo.
River se puso en ventaja a los 30 minutos del primer tiempo, gracias a un error de Pablo Migliore y un penal que Diego Buonanotte transformó en gol.
Para llegar a esa ventaja en el marcador, River no había hecho demasiado, pero sí había sido más incisivo que su rival. Gorosito volvió a apostar por Daniel Villalva y no le estaba saliendo nada mal, porque el Keko responde, en relación a lo que entrega el resto de sus compañeros, dándole velocidad, explosión y mucha movilidad en ataque, todo lo contrario a lo que le aporta Cristian Fabbiani, por ejemplo.
No necesitaba hacer demasiado River para poder estar en ventaja en el Nuevo Gasómetro. San Lorenzo inquietaba poco y nada, con tres delanteros (Menseguez, Romero y Bordagaray), pero sin la capacidad de creación que le podían entregar Leandro Romagnoli y Alejandro Gómez, ambos en el banco de los suplentes. Por eso el Millonario no pasó sobresaltos en ese primer tiempo.
Ya en el segundo tiempo, Gustavo Cabral le hizo un tonto penal a Jonathan Bottinelli y se desmoronó el castillo armado durante más de 75 minutos. El ex Racing le pegó, sin pelota, una trompada al defensor del Ciclón y Laverni lo expulsó sin dudar.
Romagnoli acomodó y ajustició a Navarro, que no había tenido un mal partido. Y esa fue la resurrección de San Lorenzo, que automáticamente se transformó en el entierro del Millonario.
Tres minutos después del gol del empate y tras una insólita jugada que Fabbiani desperdició en el área chica (quiso tirar un taco con el arquero caído y se la dejó servida a Migliore), Romeo, el mismo que ve una camiseta de River y se motiva, anticipó un centro desde la derecha y puso un cabezazo inatajable para Navarro, bajo, al segundo palo.
Fue así que llegó el final del partido y del ciclo de Gorosito al frente de River. Un River que lleva doce partidos sin ganar como visitante por torneos locales y 16 en total, adueñándose en exclusividad de la peor racha de la historia del club. Se cerró un capítulo de un libro que deberá continuar otro técnico, pero con los mismos jugadores. Ahí se verá si la mano del entrenador fue la que falló. Hoy, fallaron todos.
Fuente: Diario Clarin
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